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Un restaurante, unas zapatillas, un estampado o, incluso, un destino. De pronto, miras alrededor y todos, desde tu vecino hasta la profesora de spinning, hacen y/o lucen lo mismo. Confirmado, se ha puesto de moda. Este fenómeno no responde tanto a un simple “ellos lo dictan, nosotros lo compramos" y sí más a un proceso algo más complejo que tiene que ver con la psicología social.
Tampoco es algo nuevo. Ya en 1915, una adelantadísima Margaret Hayden Rorke se aventuraba a hacer predicciones de color que luego influirían en la producción de las fábricas textiles. Este proceso poco a poco se fue trasladando a otras esferas hasta que en la década de los 60 empiezan a surgir las primeras agencias de pronóstico de tendencias, hasta hoy. Detrás de nombres como Trend Union, Peclers, WGSN, Trendstop o Edited están los gurús que tratan de pronosticar que será tendencia en ropa, sí, pero también en gastronomía, decoración, estilo de vida…
Es difícil quedarse al margen, aunque quieras. Lo explicaba muy bien Miranda Priestly en El Diablo Viste de Prada con su monólogo sobre “ese viejo suéter de color azul cerúleo”. Son universales y cíclicas. Lo normal es que, tras un tiempo en la cresta, desaparezcan para resurgir al cabo de los años. Reinventadas, eso sí. Otras tendencias, en cambio, llegan y se quedan. Son una rara avis, que en el mundo de la decoración tiene mucho sentido. No es lo mismo mutar algunas prendas del armario, que de estilo decorativo en casa.
Ultimamente la sostenibilidad está llamando mucho más a nuestra puerta. Esto ha contribuido a que, lo que empezó siendo una moda por tener un hogar más natural, se haya convertido en toda una declaración de intenciones a la hora de decorar nuestra casa. Materiales como la madera, las fibras vegetales o el lino son algunos de los básicos que le darán un aire atemporal, cálido y, sobre todo, acogedor.
Aunque en decoración existen diferentes estilos y cada temporada se imponen unos por encima de otros, la realidad es que en el último tiempo lo que impera es que en las viviendas reine la elegancia y el equilibrio. Esto se consigue poniendo especial cuidado en el detalle y eligiendo el mobiliario y las piezas decorativas buscando una armonía de colores y texturas. Todo, eso sí, con una premisa en la cabeza: la sencillez. Surgen así espacios amplios, luminosos y en los que todo -paz y energía incluidas- fluye.
A esta tendencia decorativa se la bautizó como “pared con acento” y desde que se popularizó hace unos años, no ha dejado de ser un recurso muy utilizado en reformas integrales o cuando simplemente queremos hacer un pequeño cambio en casa. Para aplicarlo, dos opciones: pintarla de un color más intenso que el resto o usar papel pintado estampado o con textura. Si dudas sobre qué pared elegir, nos encanta el efecto que da en el dormitorio, en la pared que hace las veces de cabecero de la cama. Otra idea que sorprende es en el salón, para diferenciar la zona que destinamos al despacho.
Hay tendencias más difíciles de abrazar que otras. Esta es de las que no cuesta casi nada porque la cocina es el corazón en prácticamente todas las casas y, por lo tanto, que tenga luz y aúne todo lo necesario para compartir momentos con familiares, pareja y amigos cómodamente es fácil de desear. Una isla multifunción y/o en barra es el gran aliado para esto último porque mientras unos preparan la comida los niños pueden hacer los deberes, los adultos acompañar al cocinero con un vino o incluso responder juntos los primeros correos del día mientras se desayuna.
Lo de la iluminación es clave para que la estancia sea acogedora. Hay que pensar tanto en la luz del exterior como en la artificial. Para lo primero, necesitas despejar al máximo las ventanas, si eliges una cortina, que sea en tonos claros y de textura fina, que frene el paso del calor, pero no de la luz del sol. Para lo segundo, es necesario colocar los puntos de luz ahí donde más la vamos a necesitar, es decir, en la zona de comedor y en el punto de la encimera en el que vayamos a cocinar.
No es sencillo, pero merece la pena. Son una fórmula sencilla y rápida de alegrar esa pared de casa en la que nunca pasa nada. Nos referimos a una esquina, un pasillo, la zona justo encima del sofá o, por qué no, la del baño. Para crear tu composición de cuadros necesitarás un mínimo de dos piezas -si eliges la opción tándem asegúrate de que son del mismo tamaño exacto-, pero no hay máximo. Y terminamos con algunos consejos para que funcione a la perfección: busca un hilo conductor, evita los marcos que admiten más de una foto, combina fotografías con ilustraciones o piezas de arte, y haz pruebas, muchas pruebas, antes de lanzarte.
Este material no es solo para el baño, de hecho, cada vez lo vemos más como protagonista principal en la decoración de hoteles, restaurantes y hogares. Ahora bien, sí que es cierto que por su versatilidad, resistencia e impermeabilidad es ideal para el baño y, además, le otorga mayor carácter y particularidad. Argumento a su favor número uno: el microcemento se puede aplicar sobre el alicatado que ya existe en el baño. ¿Significa esto que podemos cambiar el estilo de nuestro baño sin necesidad de reformas? Afirmativo. Argumento a su favor número dos: no tiene juntas ni divisiones, es decir, genera un efecto continuo con lo que da sensación de amplitud y uniformidad. Argumento a su favor número tres: cada vez encontramos más colores y opciones de acabado y esto hace que podamos personalizar al máximo. Y alerta a los fanáticos porque en la cocina también puede funcionar.
Nos encantan las plantas, independientemente de su tamaño, pero si nos obligaran a quedarnos solo con una media no tenemos dudas de que esta sería la XL y, si tienen bien de verde, mejor. Tenemos muchas razones para pensar así. En primer lugar, porque cuanto más grandes más cantidad de aire purificado que sueltan en el ambiente y esa oxigenación la necesitamos. En segundo lugar, porque equilibran. El aire, como acabamos de decir, pero también la temperatura y, muy importante, el campo visual, restando protagonismo a muebles y piezas decorativas.
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